Opinion — 23 marzo, 2017

CUELLO LARGO.

Por

columnista

Mario Calderón.

SOMBRÍO PANORAMA.

Más allá de ese salvaje flagelo que viene produciendo la naturaleza, con lúgubres resultados personales y materiales, donde los más golpeados vienen siendo la población de precarios recursos y sobre los cuales se va extendiendo un comprensible pánico que el Ejecutivo – con el reparto de sus ministros por todas las zonas afectadas – intenta controlar, hay quienes, haciendo una prudencial tregua a nuestros temores, venimos preguntándonos, dentro de un cuadro moderado de razón: Cuál es la duración cíclica de este fenómeno? Sigue en escala indetenible, o ha llegado a su máximo pico de expresión? Reflexiones que traen alguna nota de ansiedad y que urge de algunas respuestas. Los más entendidos en la materia – del pulso que le vienen tomando a este nueva versión del calentamiento climático – están sacando algunas apreciaciones, por cierto, poco alentadoras.

De acuerdo a cómo se viene expresando, se entiende que este Niño, conforme a la ferocidad manifestada, es muy distinto a los anteriores. El hecho que le atribuyan, Costero, es para dar a entender, que su ubicuidad causal no está en las ondas oceánicas del Ecuador, como usualmente era, sino, el actual tiene un guion propio de grandes dimensiones, con capacidad a producir, mayores daños. El hecho de no tener dicha procedencia, está desprovista de toda dependencia. Una gran masa de agua caliente que ha sido dejada del Niño anterior y que viene soltando su arremetida, está produciendo ciclos vertiginosos no necesariamente de menos a más, sino, a la inversa. Recuperación –

empeoramiento, y a la inversa. Una especie de agravamiento del trastorno climático. Lo que se predice, y según lo que se viene estudiando, es suficiente para provocar consecuencias inimaginables. La idea de todo esto es que no estamos ante una crisis pasajera que suponemos muchos, sino, permanente con altos y bajos. El experto Paul Roundy, ilustra en parte sobre el tema.

Conocer sus brutales alcances es de suma utilidad, sobre todo para una población que ha convivido siempre con la desprotección en lo que concierne a medidas preventivas. Un conocimiento más cercano de lo que se pueda venir, secundaría las iniciativas de la actual gestión en priorizar sus esfuerzos y a prevenir mayores pérdidas. Hay, necesariamente, en todo este temible escenario, la consulta permanente a los expertos del clima. Los gobiernos locales, han mostrado sobre este tema, una imperdonable dejadez, sobre todo, con respecto a la ejecución de su presupuesto para este tipo de desastres. Algo de Injusto tiene que los reclamos de una mayor presencia estatal, sean de factura propia para el Ejecutivo y no a los gobiernos locales, quienes deberían estar – con algo más de justicia – en la primera fila de airado reclamo.

La agenda política – interpelación a Vizcarra – por el momento ha ido al desván del suspenso, cosa que en el actual momento es saludable puesto que es bochorno para la oposición intentar bajarse a otro ministro, cuando lo que se busca en estos momentos es recuperación, antes que demolición. Algo que resulta chocante con la caída de un Ministro.

Cajamarca, 21 de marzo de 2017.


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