Opinion — 19 mayo, 2017

LA AMARGURA DE ALBERTO FUJIMORI

Por

CUELLO LARGO.

Mario Calderón.

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Si se tenga que procesar por un momento el decadente ánimo del ex presidente Alberto Fujimori, intentando entender la dolorosa travesía en la que se encuentra por la búsqueda de su desesperada libertad, con alguna certeza nos vamos a encontrar con sentimientos poco agradables que cobija para sus hijos, en especial, para Keiko. Las cercanas expectativas de una pronta libertad terminaron nuevamente encarpetadas, continuando por ahora en el descampado de su soledad para que siga rumiando el pesar de su amargura.

Suponemos que sus encendidos ánimos han descendido a la más brutal depresión igual o peor que las anteriores oportunidades. La frustrada libertad, más allá de algunas dolencias físicas que viene arrastrando, es un despiadado golpe que va empeorando su calamitoso estado psicológico. El costo político de su libertad es un asunto que pesa demasiado y que nadie tiene el atrevimiento de cargar. Evidencia pura que el sentimiento antifujimorista no deja de palpitar y sirve de útil tapón para una salida.

García y Humala no le otorgaron el indulto presidencial debido a que éstos tenían una natural expectativa de seguir postulando en la carrera presidencial y porque comprendieron que podía ser astutamente manejado, y así lo hicieron. Su hija, la lideresa de Fuerza Popular, en una clara muestra de no salir mal parada de este desleal engaño, anunció que promoverá una acción constitucional de hábeas corpus, un inservible mecanismo que se viste de pura apariencia política. La vía constitucional es un tema gastado y Fujimori como político cuajado debe entender que solamente está intentando contrarrestar que no se le eche encima la perversa imagen de hija deshumanizada que toma la manija de los temas con puro cálculo político. Trago amargo para el padre que tiene que aprender a pasar, sino lo ha hecho ya.

La aprobación de Keiko ha venido decreciendo y sobre esto tiene una razonable preocupación debido a que la imagen del hermano ha venido en alza al interior del partido. Entre ellos se viene gestando una rivalidad política nada conveniente para el padre quien, probablemente, deseará acercarlos. La soberanía de mandamás de la que goza Keiko quizás sienta que está siendo amenazada y tiene que tomar medidas al respecto. Más allá de que Fujimori por el momento no obtenga la libertad, lo más conveniente es que los hermanos puedan convivir políticamente. El repunte de Kenji en las encuestas probablemente actúa como buenos estímulos para el padre, que aún lo ve lejano.

Fujimori no solamente va a tener que lidiar contra su propia frustración de no verse libre, sino, con la riña de los hijos que se ha vuelto inocultable y podría tornarse hasta inmanejable. El desagrado es mutuo y esto se percibe en lo desafinado que andan en los temas de agenda. Paradójicamente, el encierro del padre antes actuaba como un eje de unidad para el partido, hoy, con las crecientes expectativas de salida, sus propios deseos de libertad termina por desunir a los Fujimori. La libertad, políticamente, no es cosa juzgada y volverá a retomar en cualquier momento la agenda, quizás, ya no para liberar, sino, por una necesidad solamente de uso.

Cajamarca, 19 de mayo de 2017.


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