La visita de Antauro Humala a Cajamarca causa discordias entre simpatizantes y oponentes que no van con la manera de pensar de los etnocaceristas, son escasos protagonistas de un altercado en la plaza de armas de Cajamarca, pero no dejan de llamar la atención por sus desafiantes expresiones de grueso calibre.

Un grupo de personas buscaban a Antauro con el único objetivo de mostrarle su rechazo, entre ellos el ex consejero regional conocido como «Tevez», escoltado por un grupo de ronderos, le encaraba por la muerte de un sobrino policía en el recordado andahuaylazo.

En la víspera Antauro, a su estilo que ya conocemos, anunciaba que llegaba a respaldar la oposición a nuevos proyectos de la gran minería, en otros tiempos de conflicto con el propio Ollanta, se hubiera imaginado ante una impresionante plaza llena y conducido en hombros. Son otros tiempos, con solo ver en este caso que tiene que lidiar con la voz popular en las calles, donde la gente lo castiga por sus actos.

Ciertamente estamos asistiendo ante personas que no están dispuestas a tolerar opciones irresponsables, muestran su descontento con la presencia de Antauro, lo que las personas muestran es un hartazgo total por los personajes que suelen arribar en épocas de tensa calma con la actividad minera.

A diferencia de Marco Arana, Antauro ensaya una postura descabellada, rechaza la minería formal y aplaude la mineria informal, sin tomar en cuenta las preocupaciones por el medio ambiente. Lo que ambos políticos no parecen entender de esto es que las personas que antes los aclamaron ya no los quieren, ya no ven en ellos una opción real de cambio o de bienestar.

Nada falta para la campaña electoral presidencial, pero ya estamos viendo un adelanto de cómo se miden en la calle y pelean por el poder, más alla del alto honor de asistir a una contienda democrática de ideas con el sano propósito de servir a los pueblos.