Revisando mi bandeja de entrada me llega una nota de prensa de la Corte Superior de Cajamarca, algo patera al magistrado superior Fernando Bazán Cerdán, promocionado como “el prestigioso e intachable jurista”. No puedo reproducir el elogio porque hay que ver cómo les queda el ojo después que se enteren que este juez aparentemente honesto habría “cobrado al Estado sin trabajar”.

Sólo el juez Bazán y Dios saben las razones auténticas que tuvo aquél 28 de setiembre para ausentarse de la Corte “por licencia” en el sonado caso del crimen de los esposos Collantes y apartarse de la difícil decisión si se otorgaba libertad o no de una de las sospechosas en este proceso. Sus colegas Sáenz Pascual y Zavalaga Vargas conjuntamente con su reemplazante Meza Castillo se quedaron a soportar las rechiflas que duraron semanas enteras por su aparente cuestionada decisión por la libertad de una de las procesadas. Bazán no estaba entre los cuestionados por qué el simple y llanamente estaba de licencia.

Repito. El juez Bazán no estuvo en el ojo de la tormenta por aquél decisorio porque estaba “de licencia” no sé por qué razón, como tampoco lo podría explicar su superioridad, debido a que el juez tampoco habría solicitado dicha excusa formalmente. Eso no es todo; Cumplido el mes de setiembre se fue a cobrar su sueldo contante y sonante como si jamás haya faltado a cumplir sus labores jurisdiccionales.

No sé si atañe al caso el comparativo, pero cuando alguien se “lava las manos” en difíciles situaciones inmediatamente me acuerdo de Poncio Pilato, aquel gobernador ante el cual entregaron a Jesús los sumos sacerdotes y que tras preguntar a la gente congregada si quería que soltara a Jesús o a Barrabás, se lavó las manos y entregó a Jesús para que lo crucificaran. No sé si al juez le agrade este comparativo teniendo en cuenta que el papel de aquél gobernador romano algunos se han encargado de redimirlo porque dicen no merece todos los reproches que tradicionalmente se le han tributado. Habría que explorar un poco más al Juez reacio a las entrevistas sobre sus fallos y decisiones y encontrar fruto del análisis de su propia situación personal y profesional las razones que lo llevaron a inhibirse de asumir su rol de juez en este emblemático caso sin haber formalizado su licencia y encima de todo haber pasado por caja a cobrar sin haber trabajado como corresponde.